Autores: Muñoz Monsalve Ana María, Giraldo Ramírez Nelson Darío, Jaimes Barragán Fabián Alberto
INTRODUCCIÓN El papel de la epidemiología, en el contexto del proceso de salud-enfermedad, es diluci¬dar la relación causal entre uno o más factores de exposición y un resultado o evento de interés. Los criterios de causalidad sugeridos por Sir Austin Bradford Hill se plantearon como una serie de condiciones o requisitos que, en conjunto, sirven para diferenciar la simple asociación de la verdadera causalidad (1): 1) la fuerza de la asociación entre el factor de riesgo y la enfermedad; 2) la consistencia, es decir, que la asociación debe estar sustentada también en otras investigaciones; 3) la especificidad, es decir, el límite de dicha asociación para tipos particulares de exposiciones y desenlaces; 4) que el factor de riesgo anteceda la enfermedad; 5) el gradiente biológico, es decir, una relación clara dosis-respuesta; 6) la plausibilidad biológica; 7) la coherencia, es decir, que no aparezca un conflicto extremo con lo que se conoce de la biología y la historia natural de una enfermedad; 8) la evidencia experimental de reversibilidad o atenuación del efecto si se retira la exposición; y 9) la analogía con otras asociaciones o explicaciones biológicas conocidas y aceptadas como válidas. Para resolver las preguntas relevantes acerca de la existencia de una relación causal, los epidemiólogos e investigadores médicos acudimos a los estudios experimentales en humanos, es decir, los ensayos clínicos controlados con asignación aleatoria (ECC) como el estándar de oro de los diseños de investigación. Cuando no es posible el ECC por razones económicas, éticas, prácticas u otras, la alternativa son los estudios no experimentales como los de cohorte o de casos y controles, aunque los estudios no experimentales como los de cohorte pueden sobredimensionar el efecto de un factor o exposición hasta en un 40%; un trabajo que comparó los resultados de los estudios no experimentales con los de los ECC encontró que de 136 estudios acerca de 19 intervenciones, solo dos de estas tenían diferencias en el efecto en las que el valor del mismo en los estudios no experimentales estaba por fuera del intervalo de confianza del 95% encontrado en los ECC. Si bien esta aproximación "observacional" puede ser apropiada en la mayoría de los contextos, el problema inmediato que surge para obtener resultados validos de investigación es la necesidad de controlar los sesgos o errores sistemáticos en los estudios no experimentales. Los sesgos pueden ocurrir al seleccionar la población de estudio, al recolectar y medir la información necesaria para el análisis y, finalmente, en la presencia de factores o variables que confunden la verdadera relación entre una exposición y un desenlace.
2013-08-28 | 591 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 26 Núm.3. Julio-Septiembre 2013 Pags. 371-379 IATREIA 2013; 26(3)