Autor: Hernández González Rubén
En la actualidad nos sería imposible el siquiera imaginar una intervención quirúrgica sin anestesia, pero hasta mediados de siglo XIX esto era lo normal. Los cirujanos seguían convencidos de que el dolor y la cirugía eran un binomio indisoluble y, además, no podía concebirse de otra manera. La cirugía era siempre una tortura y los enfermos se negaban frecuentemente a someterse a ella por terror al dolor que producía y la incertidumbre de los resultados, por ese motivo había algunos enfermos que preferían el suicidio a la operación. A un cirujano se le calificaba por la velocidad con la que practicaba las operaciones, si duraba más de veinte minutos era muy probable que el paciente muriera, los estudiantes tenían que estar muy atentos a las cirugías, pues una pequeña distracción era suficiente para perderse de la misma. El cirujano debía de permanecer inconmovible al sufrimiento de su paciente. En la odontología, análogamente se decía que “el dentista fuese joven de espíritu, lleno de coraje, con el corazón piadoso y la mano cruel.”
2013-12-06 | 461 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 10 Núm.127. Noviembre 2013 Pags. 52-60 Odont Act 2013; 10(127)