Este número de la revista presenta algunos aportes a los profesionales en ciencias de la salud y de la vida, fruto de la investigación en pedagogía y educación. Se invita a los profesores a reflexionar sobre su quehacer cotidiano en sus dos profesiones, una en ciencias de la salud y, la otra, en docencia universitaria, las cuales trascienden en la educación universitaria impartida a los futuros egresados. Por tanto, esta situación particular, amerita la profesionalización de la docencia universitaria para desempeñar las funciones de docencia, investigación y extensión o proyección social con la intención de optimizar los procesos de enseñanza-aprendizaje-evaluación e investigación; sin embargo, en esencia, la propuesta plasmada en este editorial, es mejorar la calidad de atención que se brinda a un paciente, su familia y la comunidad para darle bienestar, guiarlo hacia la prevención y promoción de su salud y, en el tratamiento de la enfermedad. Actualmente, un maestro es guía y soporte para cada estudiante quien como ciudadano, tiene el proyecto de vida ser un profesional íntegro y competente, es decir, idóneo. Es relevante reconocer que, en las ciencias de la salud, el desempeño del profesional tiene que ver con individuos; por tanto, la función social del profesor universitario, con su equipo de estudiantes, es generar soluciones a problemas de una persona, en la situación de paciente, a una comunidad o una sociedad. En efecto, todo paciente merece ser escuchado, interrogado y examinado para encontrar la razón de sus dolencias; además, el profesional de la salud es el encargado de facilitarle una vida digna, sin dolor, desconsuelo o enfermedad en su medio social y cultural. En pocas palabras, la sociedad clama profesionalismo al equipo interdisciplinario en ciencias de la salud; quienes deben profesarlo en forma habitual y permanente; así lo argumenta la investigación realizada por Gualdrón y Urrego sobre las “Actitudes de los estudiantes colombianos de medicina…” cuando afirman que éstas “son un componente importante dentro del proceso de formación profesional”, éstas muestran diferentes valores como el respeto, el escuchar, la empatía, la prudencia, entre otros, que se evidencian en el desempeño profesional, durante la relación médico-paciente y, en general, en la relación del profesional de la salud con el paciente y la familia; entonces, en todo caso, un profesional en su práctica cotidiana las demuestra; su actuación debe ser distinta a la del técnico que ejecuta su tarea de forma mecánica sin importarle quién es, qué siente o qué piensa el paciente como persona.
2014-01-27 | 345 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 59 Núm.4. Octubre-Diciembre 2011 Pags. 275-279 Rev Fac Med Univ Nac Colomb 2011; 59(4)