Autores: Campos Reyes Lita Carlota, Silva Sánchez Yosselin, Lorrabaquio Valencia María de la Paz, Méndez Pulido Carmen
Introducción
La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el 11 de marzo del año 2020 como pandemia el brote de COVID-19(1). Además de los problemas de salud presentados también se esperaba un impacto a corto, mediano y largo plazo en los sistemas alimentarios (2) y por consecuencia en la seguridad alimentaria y nutricional (SAN). El impacto de epidemias de salud anteriores como el ébola tuvieron importantes afectaciones en la producción agrícola, comercio y volatilidad de precios (3), y se estima que la crisis actual de COVID-19 no tiene precedentes en su escala global y el escenario actual cambiará rápidamente generando incógnitas (4). Por lo anterior en el presente trabajo se evaluó el nivel de seguridad alimentaria presentada por la población Veracruzana durante la pandemia de COVID-19 utilizando el índice SANVER(5) y tomando en cuenta a su vez la influencia de diferentes factores como el precio de los alimentos, la capacidad de almacenamiento y las influencias ambientales.
Material y métodos
Este estudio se desarrolló bajo un enfoque cuantitativo y descriptivo, de tipo transversal entre los meses de julio y agosto de 2020, empleando una encuesta basada en el ESAE: Evaluación de la Seguridad Alimentaria en Emergencias, así como el índice SANVER. El grupo de estudio fue integrado por una muestra de conveniencia con 127 personas de un rango de edad de 18 a 60 años provenientes del puerto de Veracruz. Se utilizó el índice SANVER propuesto por Campos L., et al. (2020) (5) el cual fue construido con base en las escalas de los ya existentes PESA, EBIA, FIES, ELCSA y Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT). Para fines de esta investigación se modificó la fórmula SAN con adaptaciones especificas a este trabajo. EL SANVER(5) se consigue sumando los valores obtenidos de cuatro componentes que toman diversas ponderaciones a criterio propio que contemplan desde indicadores económicos como la cantidad de ingresos al mes, el tipo de agua utilizada para la preparación y consumo de alimentos además del estado nutricio que se tiene considerando el indicador del IMC obtenido de la relación de la estatura al cuadrado y el peso, donde se determina si en el momento del estudio se encuentra en un estado nutricio normal, sobrepeso, obesidad baja, media o severa. Aunado al tipo de alimentación que tiene determinado por el consumo de alimentos semanal, por grupo de alimento y el medio de preparación de estos. La figura 1 representa de manera gráfica los indicadores desglosados para obtener el índice SANVER, con sus respectivos porcentajes ponderados. Los parámetros de clasificación incluyen rangos que oscilan desde un nivel de SANVER Baja: 33%-60%, Media: 61%-79%, Alta: 80%-100%. Los resultados obtenidos se examinaron con el programa Excel y se analizaron con estadística descriptiva y el programa SPSS v.25.
Resultados
Del total de la población evaluada conformada por 127 participantes, se encontraron personas entre las edades de 18 a 52 años o más, el 86% de los participantes están dentro del rango de edad de 18-30 años, 10% se encuentran en el rango de edad de 31-51 años, y 4% están en el rango de edad de 52 años o más. Con respecto a la determinación del IMC (Índice de Masa Corporal), la media fue de 16.33, como se muestra en la gráfica 1 que corresponde al IMC de las personas de 40 años, y pertenece a la media de la categoría de sobre peso, las personas de 41 años para arriba tienen sobre peso y las restantes que son menores de 40 años tienen un tipo de obesidad. En promedio las personas no comen frutas y verduras; en su dieta habitual, que es otro tipo de indicador para conocer el estado nutricio a través de los hábitos alimentarios, es decir las personas consumen de 1 a 7 y de 7 a 14 raciones durante la semana lo cual se considera un consumo Bajo. En cuanto a los cereales no consumen cereales y tubérculos; es decir las personas consumen de 1 a 7 y de 7 a 14 raciones durante la semana lo cual se considera un consuno Bajo. De igual manera
los alimentos de origen animal leguminosas y lácteos; es decir las personas consumen de 1 a 7 y de 7 a 14 raciones durante la semana lo cual se considera un consumo Bajo. Los resultados se expresaron como media y desviación estándar para determinar la existencia de diferencias significativas entre los puntos de calificación de IMC considerando que una calificación de 20% es normal, 15% sobre peso, 11% obesidad baja, 7% obesidad media y 4% obesidad severa. El 24% sí presentó inseguridad alimentaria con relación al poder económico para lograr el acceso a alimentos, por
otro lado el 2% de los participantes utilizaron parrilla eléctrica para la preparación de sus alimentos, el 1% leña y el 97% estufa. El 98% de los participantes cuentan con agua potable, en relación con la formula SAN no reflejan inseguridad alimentaria y solo 2% dicen contar con agua de pozo que podría reflejar bajo poder adquisitivo. La media de 16.39 es el ingreso mensual que representa 3000 mensuales lo que indica que con estos ingresos no es posible tener una buena alimentación. Con base al Índice SANVER el lugar de preparación de los alimentos tiene relación con el poder adquisitivo y económico de los participantes, por eso quienes preparan sus alimentos en el fogón o leña podrían denotar inseguridad alimentaria a diferencia de los que preparan sus alimentos en estufa. La gráfica 2 expresa los niveles finales de seguridad e inseguridad considerando todos los indicadores evaluados de manera integral 51.2% tienen SAN Alta, 47.2% Media y 1.6% SAN Baja. El nivel SANVER por edad, del rango de SAN Alta, 58 están en el rango de edad de 18-30 años, 3 tienen de 31-51 años y 4 tienen 52 años o más. En el rango de SAN Baja 1 tiene de 18-30 años y 1 tiene de 31-51 años, del rango de SAN Media 50 personas tienen de 18-30 años, 9 tienen de 31-51 años y 1 tiene de 52 años o más. Por otro lado, el 39% perdió su empleo por la pandemia y 32% tuvo dificultades para acceder a alimentos frecuentes, y un 33% asegura que tuvo una dieta basada en muy poca variedad de alimentos. En cuanto al tipo de alimentación las personas evaluadas presentaron en un 33% una alimentación basada en muy poca variedad de alimentos por falta de dinero o recursos, reportando inseguridad alimentaria sin hambre (moderada) y el 67% restante no.
Discusión
Como se señala en el Panorama de la SAN EN América Latina y el Caribe (6), uno de los aspectos importantes de la FIES es que permite conocer las diferencias que hay entre los distintos grupos de población ya que mide el grado de seguridad alimentaria para estos, un ejemplo muestra que es posible ver que la IA es más frecuente en mujeres que en los hombres (7). La población de mujeres en estado de inseguridad alimentaria grave supera a la de los hombres en casi 15 millones que presentan la misma situación (6), en México presentan 3.5 millones de hombres con inseguridad alimentaria grave y 4.7 millones de mujeres, a diferencia de la moderada o grave que son 11.6 millones de hombres y 14 millones de mujeres (6). Esto probablemente se deba a que las mujeres tienen menor acceso a los sistemas de salud y de protección social. Esta diferencia en los géneros se hace presente más pronunciadamente en Latinoamérica que a nivel global. Durante el trienio de 2016 a 2018 la prevalencia de la IA grave en mujeres fue del 10% (8). Los reportes de seguridad alimentaria (9) indican que personas que se encontraban en situación de pobreza, mujeres, niños, eran los grupos más afectados por esta pandemia debido al impacto de las medidas para su contención. Determinar en qué grado de inseguridad se encontraba la población de estudio puede abonar al establecimiento de estrategias que promuevan un sistema inmune fortalecido. En consecuencia, es normal encontrar los resultados obtenidos en esta investigación, donde los participantes en su mayoría tuvieron dificultades para conseguir alimentos, pero su nivel de seguridad alimentaria en general fue medio y alto. Análisis internaciones y regionales demostraron que la pandemia de COVID-19 tuvo efectos sobre las actividades del sistema alimentario como lo son la producción, distribución, transformación, consumo de alimentos y comercio, y sus resultados sobre todo en términos de seguridad alimentaria y bienestar social (10).
Conclusiones
La inseguridad alimentaria y nutricional no solo es consecuencia de la falta de acceso a los alimentos suficientes, nutritivos e inocuos, sino que es la suma de una serie de factores interrelacionados relativos a la falta de acceso a recursos y servicios, como salud, educación, agua potable, saneamiento e higiene. De acuerdo con la metodología y la evaluación realizada el 98% de los encuestados cuentan con u buen nivel de seguridad alimentaria en relación con la fórmula SAN, además la seguridad alimentaria no se determina únicamente por los alimentos que se consumen, también está determinada por la vivienda, los servicios a los que tienen acceso, salud, utilización biológica entre otros factores. La población estudiada no presentó un riesgo mayor a tener niveles de inseguridad elevados, probablemente por ser una muestra con una gran variabilidad en cuanto a edad, género y estrato social. El grupo más vulnerable de la población de estudio fueron mujeres ya que en los resultados, los 2 casos de inseguridad alimentaria fueron mujeres y además de los adultos menores de edad pasaron hambre. Las personas en estado de desnutrición tienen sistemas inmunes débiles, esto los pone en un mayor riesgo de desarrollar enfermedades graves debido al COVID-19. De igual forma la diabetes y la obesidad están fuertemente relacionadas con las manifestaciones más severas de la enfermedad, incluido también el riesgo mayor de hospitalización y muerte.
Palabras clave: indicadores seguridad alimentaria utilización biológica.
2024-06-07 | 211 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 19 Núm.1. Abril 2024 Pags. 69-72 Rev Invest Cien Sal 2024; 19(Supl. 1)