Autor: Leis Márquez María Teresa
La vida profesional del Doctor Samuel Karchmer es tan intensa y rica que la sola mención de sus múltiples actividades y reconocimientos bastaría para agotar el tiempo de esta semblanza. Consciente de esa limitación temporal, quiero referirme al ser humano que hay en el científico riguroso, en el pensador lúcido, en el maestro exigente y generoso, en el infatigable difusor del conocimiento, en el médico acucioso, en el amigo afectuoso y confiable. El Doctor Karchmer dijo alguna vez, con un humor grave y de doble filo, como acostumbra a veces: «Sólo me inclino ante la excelencia», y lo dijo para indicar, de una manera implacable, que no lo haría ante la política. Quienes estamos hoy aquí nos inclinamos ante usted, Doctor Karchmer, ante la excelencia inclaudicable, innegociable más allá de las fronteras de la ciencia, con la que ha sabido conducir una carrera extraordinaria y fuera de lo común en esta maravillosa profesión de alumbrar la vida. Detrás de cada acto que emprendamos, por más nimio o grandioso que éste sea, están siempre el ser humano y sus concretas circunstancias históricas, sociales y personales. Sin embargo, no todo ser humano es por fuerza un humanista. Para ello, como bien lo sabe el Doctor Karchmer, es preciso articular la práctica profesional con la reflexión y el análisis desde una perspectiva ética que privilegie el bienestar de las personas.
2009-01-20 | 839 visitas | Evalua este artículo 0 valoraciones
Vol. 15 Núm.96. Julio-Agosto 2008 Pags. 3-4 GINECO 2008; 15(96)